Durante estos dos años cada día hemos visto como la corrupción, la avaricia y la codicia financiera es la única causa de esta crisis. Vemos a diario como los desempleados crecen, como el futuro es más incierto, como se da caña a los más débiles y como las clases medias dejan de existir mientras los grandes financieros, las grandes empresas se les invita al expolio, al banquete del beneficio fácil de las privatizaciones, de los saldos y de los salarios por los suelos.
También vemos como con la proximidad de las elecciones se crean, se recrean y se abren debates cerrados, para no hacer nada, para no analizar las consecuencias, resultados y razones de tanto recorte. Los análisis y balances de la política de la miseria deberían explicar la razón por la que demasiados españoles sufren un presente desolador o tenemos miedo al futuro, pero eso nunca pasará.
Vemos como nos están preparando para aceptar lo que sea sin protesta, sin violencia, lo importante es que no haya violencia. La protesta debe ser callada, debe ser muda, debe ser invisible... quizás por que los que están al otro lado son sordos, ciegos y no tienen corazón
Ante tanto desatino, debería pensarse que hay que ir en la dirección contraria. Debería pensarse que los partidos políticos que conocemos desaparecerán. Que las asociaciones cívicas que están más atentas a las subvenciones que a sus fines, desaparecerán. Que los sindicatos y las organizaciones empresariales, desaparecerán. Que la iglesia española que sólo ha aportado su organizada caridad y ha mercadeado su silencio, desaparecerá.. Todos desaparecerán para cambiar.. y todos habremos cambiado. Pero mientras ¿QUÉ?
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