Estos son los timbres de una vieja casa, que se cae a pedazos. La ausencia de algunos es lo de menos, tampoco pasa nada, si un día se dejan la llave, con una voz es suficiente ¿para qué gastar? Aquí el único que responde es el del tercero, que está esperando un trabajo, espera que vengan sus hijos del colegio, espera mucho... En esta casa del casco viejo, sus habitantes están en el umbral de la pobreza cuando les llaman al timbre y cuando no, pobres de solemnidad.
¿Quizás? vivan unas personas como las que describo, si no, ¿por qué no tienen timbre?
2 comentarios:
Gracias por este post. Preciosa la reflexión que ofreces, qué buena tu mirada sobre las cosas que vemos poco...
Gracias Natalia, se agradecen muchísimo tus comentarios.
Publicar un comentario