El pecado o milagro del día de San Bernabé

En la dormida ciudad de Logroño, en la tradicional calle "mayor", es decir en Portales, en uno de sus días de tradición y vermut, se produjo uno de los milagros de San Bernabé o ¿quizás de la Esperanza? Los protagonistas fueron: un grupo de asamblearios etiquetados como "indignados", la primera mujer alcaldesa de nuestra historia, la sociedad espectadora y como fondo: niñas con traje regional, gigantes, cabezudos, bandas de música, gaiteros, renacentistas, mercaderes, globos y todo el bullicio de la fiesta.

En ese día los símbolos del pasado convivieron con poca armonía con los deseos del futuro. Al ruido de la fiesta se añadió el de la cacerolada, a la celebración se sumó la reivindicación. Los manifestantes estuvieron dentro del papel esperado y se hicieron oir. La sociedad espectadora dejó de serlo y con sus gritos, en algunos casos desgallitados, "fuera" también se dejaron oir, con algunos amagos de violencia contenida. Así el "pecado" de protestar de unos, produjo en los otros alteraciones cardiacas y estupefacción al contemplar lo que estaban viendo, que al parecer, alteraba el equilibrio de lo que debe ser y no ser.

La alcaldesa, en su día grande supo bautizarse de liderazgo, sus banderazos y dedicatorias fueron impecables. La protesta sólo iba contra ella en la parte que le corresponde como "dirigente política", pero muchos se identificaron con su persona y recibió un bautismo de calor humano. La indignación por su parte, por fin, dejó de ser silenciosa y de forma pacífica se manifestó y dejó ver su punto de vista y la insatisfacción de muchos ciudadanos.

El milagro para unos y pecado para otros, se produjo, unos y otros tuvieron su San Bernabé y gozaron de su particular protagonismo, después cada cual, en la terraza del vermut contó lo que le pareció.   - Un día único.