Estamos en la calle Mayor, en un inmueble de los pendientes de "rehabilitación", es un balcón de nostalgia. En él, perdido en un rincón hay un balón que el viento con frecuencia le lleva de un lado a otro, que el sol se ha encargado en desinflarlo. Es un balcón sin vida y a la espera, quizás un día, también desaparecerá desgastado por el tiempo y es que en el casco antiguo, el tiempo para mejorar siempre pasa despacio.
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