Recuerdo que tras varios intentos de acceder a la biblioteca del Sagasta siempre chocaba con la negativa de los señores de la bata azul, que en realidad eran guardias civiles (retirados) camuflados de ujieres. Entonces, no tener 14 años era un verdadero problema para entrar a la única biblioteca pública de Logroño.
Cuando conseguías que no te despacharan, estaba el obstáculo de las malditas fichas. Saber la signatura del libro era tarea difícil ¿cuál de todos esos números era el correcto? ¿cualquiera preguntaba? Así, después de rellenar el impresillo con su más que obligada firma... ibas a la mesa del ujier y pasabas un examen fácil o más difícil, dependiendo de la voluntad que en ese momento tuviera de darte o no el libro. Al final, si conseguías subsanar las diferentes pegas, esperabas pacientemente a que se rescatara de algún lejano armario el objeto de tus deseos. A veces, te llevabas la sorpresa de que no estaba...y ¡cualquiera le hacía buscar otro! Para esa cuestión era vital tener demostrada la edad reglamentaria, así que tenias muchas probabilidades de irte a casa antes de tiempo.
Todavía me acuerdo del primer tomo que pude tener en mis manos de estos estantes. Era un catálogo de minerales, que decepcionantemente no tenía fotos ni casi dibujos, pero cuando sentado en uno de los pupitres lo leía, sentí que ¡¡había triunfado!!
Luego por fortuna todo cambió y dejó de ser emocionante acceder a la biblioteca y también dejó ser un tema de conversación con los amigos del barrio que no se habían atrevido a entrar o no habían insistido lo suficiente.
3 comentarios:
Que bonito post! Me gusta cada vez más el blog. La postal imaginario genial!
Saludos, José F
Santi, também passei minha adolescencia frequentando a Biblioteca Pública de Porto Alegre. Bons tempos, que sensações maravilhosas.
Abraços, Paulo Bettanin
Gracias José y Paulo por vuestros comentarios.
La biblioteca del Sagasta era especial, fue mi primera biblioteca y la guardo mucho cariño. Saludos
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